Es una capilla de una sola nave, de planta rectangular, levantada en ladrillo sobre un zócalo de piedra sillar que llega hasta el arranque del arco de medio punto de la puerta de acceso.
La torre sobre la que se alza la ermita debió de ser construida en el período inmediatamente posterior a la conquista cristiana de la localidad, a finales del siglo XI o principios del XII. El castillo tuvo diversos propietarios, estando documentada su posesión por parte del obispado de Lérida desde 1358 y por la familia Abarca de Bolea a partir de 1585, así como de don Pedro Galcerán de Castro.
La fachada principal se sitúa a los pies. Está coronada por frontón triangular abierto para colocar la pequeña espadaña cubierta por tejadillo a doble vertiente que albergaría una campana. La portada, en el centro de la fachada, es en arco de medio punto de ladrillo dispuesto a sardinel.